VLAD: Punto de inflexión.
En la aislada ciudad de Yurga, donde los ecos de la antigua Unión Soviética resuenan con demasiada intensidad, Vlad se oculta de los fantasmas del pasado.
Lejos han quedado sus días como agente del servicio secreto ruso, tanto que deambula entre miembros de la Solntsevskaya Bratva sin importarle lo más mínimo.
A ojos del pueblo, solo se trata de un borracho más que lucha por llegar al final del día sin que le partan su cuadrada mandíbula; algo que, por lo contrario, le cuesta conseguir a su único amigo, Kostya.
El clima gélido y la cercanía con la ciudad secreta de Séversk hacen de Yurga el lugar ideal para esconderse, ya que los vecinos del barrio de Spasskaya prefieren ocuparse de sus propios asuntos antes que perder la vida en plena Siberia.
Sin embargo, el retiro que Vlad saborea se ve truncado por una mujer que lo pone todo patas arriba; una bella ucraniana de pelo rubio, que dice llamarse Svetlana, de la que cuentan historias casi increíbles. Casi.
Lo que Vlad desconoce es que no necesita saber quién es ella, ni por qué le interesa tanto la gente de Yurga, ya que, si lo descubre, toda su complicada realidad se vendrá abajo.